dimecres, 28 de març del 2012

Guía para que la FRRO no pueda contigo

Ya está. Alguien ha estropeado tu estancia en la India recordándote que tienes que ir a registrarte a la FRRO. Preguntas por ahí pero toda la información es vaga y contradictoria. ¿Por qué nadie habrá editado una dichosa guía...?

¡Bienvenido! Esta es una pequeña guía fruto de la experiencia pensada para que todos esos expatriados que tengan que hacer la obligada visita a la Foreigner Regional Registration Office no pierdan los nervios. Aunque basada en la oficina de Mumbai, seguro que los expatriados de otras ciudades de la India le encontrarán la utilidad.

1. Ir preparado

Tanto a nivel mental como físico. Ten por seguro que gastarás varias horas de tu tiempo de vida dentro de una sala llena de gente lidiando con burócratas que te piden papeles y más papeles. Así que mentalízate, memoriza unos cuantos ejercicios de relajación, escoge un buen libro... y ve a hacer fotocopias.

Depende del tipo de visado que tengas, necesitarás presentar unos papeles u otros, pero hay algunos que seguro que caen. Y si no, nunca está de más llevarlos. Me refiero a cartas firmadas por tu empresa que certifican tu trabajo, tu sueldo, etc., el contrato de alquiler o equivalente (facturas a tu nombre) para demostrar dónde vives, el contrato de trabajo si tienes uno (si está en otro idioma, es buena idea llevarlo traducido al inglés), cartas que certifiquen que vives con alguien, que eres su esposo/esposa (eso te ahorra muchos problemas) o similar (lo que no quieren es gente que no se sepa de qué vive ni con quién) y, por supuesto, el pasaporte y el visado, y alguna foto de carné que eso nunca está de más. Finalmente, todos estos documentos fotocopiados por duplicado (luego quizá no te lo pidan, pero es mejor llevarlo por si acaso que tener que ir a la cola de la fotocopiadora).

Luego, ahorras mucho tiempo si llevas rellenado e impreso de casa el formulario de registro. Este y la lista de documentos los podéis encontrar en la página web:


2. Elegir el día

Para ello tienes que tener presente no solo los horarios de abertura del sitio (Mon to Fri, 9:30 to 13:00, and every 1st, 3rd and 5th Sat till 12:00) sino los public holidays, que en la India tienen muchos. También tienes que considerar el hecho de que vas a pasar la mañana ahí (en el caso de que trabajes). Finalmente, no vale cualquier día a partir de tu entrada en el país, sino que tiene que hacerse dentro de los primeros 14 días. Si no, te expones a una multa de 1500 rs. Respecto a la multa, comprobamos que como muchas de estas cosas depende del funcionario que te toque (en nuestro caso nos tocó la jefecilla de la mesa 4 que hizo la vista gorda, mientras que el borde de la 1 cobró la multa a la otra compañera).

3. Encontrar el sitio

Reconozcámoslo: seguir direcciones en la India no es fácil. Ni con Google maps, ni preguntando... las cosas nunca están donde te indicaron. Claro, que las calles no tengan el nombre escrito no ayuda. Ni que cada persona las conozca con un nombre. Ni que realmente no sepan donde está pero te indiquen algo aleatorio para no quedar mal. Así que voy a intentar guiaros desde Chhatrapati Shivaji Terminus (estación también conocida como Victoria Terminus) hasta el sitio. Son 5 minutos andando, atentos:

Salid del tren y mirando la estación desde las vías, salid por la puerta de la derecha, que da a una gran avenida. Cruzad esta avenida con el paso subterráneo (bajar escaleras, recto y salida de la derecha). Una vez en la otra acera empezáis a andar dejando la estación a vuestra derecha hasta que lleguéis a un puente elevado al final de una calle. Coged esa calle que se abre a la izquierda (la calle del edificio del Times of India). Seguidla. Veréis que va girando a la derecha, seguidla 5 minutos hasta que a vuestra derecha encontréis la FRRO.

4. Primera barrera: la recepción

Lo primero que uno encuentra al subir al tercer piso es una recepción con unas señoritas uniformadas con un sari. Seguramente haya una cola, así que es cuestión de preguntar quién es el último y a esperar. Cuando te toca es el momento de empezar a soltar papeles. Si lo has hecho bien y les gusta lo que llevas, anotarán tu nombre y otros datos en un libraco enorme y te dirán qué número y qué mesa tienes. Si no, te tocará esperar mientras hacen gestiones y más gestiones.

5. Segunda barrera: la sala de espera

La segunda barrera es una verdadera prueba para la paciencia de uno. Imprescindible llevar un libro y mucho sentido del humor para evitar tirarte de los pelos cuando ves que llevas una hora allí y que tu marcador no ha avanzado ni un número (ahora marca el 6 y tú tienes el 18, así que calcula). También puedes distraerte con los últimos casos de corrupción que salen por la tele, u observando como los intermediarios contratados por alguien con más poder adquisitivo que tú aligeran los trámites de otros.

Oh, no os olvidéis primero de ir a hablar con las señoras del final para que os saquen una foto de vuestro rostro sudoroso y despeinado con una webcam (sí, ese el rostro que acabará figurando en toda la documentación).

6. Tercera barrera: el burócrata de turno

Ya sale tu número. Fantástico. El burócrata te espera para soltarte con prisa toda la lista de documentos que le tienes que dar. Si lo tienes todo listo todo irá bien y hasta puede que te sonría. Te hará firmar aquí y allí y te mandará a pagar afuera (150 rs + 25 para la carpeta del expediente). Luego imprimirá unos papeles (sí, te mandará a buscarlos a la impresora de fuera otra vez) y con eso solo quedará que ese trabajador que hacía rato que te intrigaba porque está en una mesa vacía mirando las musarañas le ponga una firmita a tu visado.

Si has llegado hasta el último paso, ¡felicidades! Es muy probable que lo hayas conseguido. Es ese momento de genuina felicidad, ese sentir que has derrotado el sistema, y que desde esta guía no querríamos estropear insinuándote que a lo mejor si no hubieses ido a registrarte en primer lugar no hubiese pasado absolutamente nada. Pero claro, ¿quién sabe?

Disfruta de tu estancia en la India.

dijous, 22 de març del 2012

Nuestra casa, una evolución



Bienvenidos a Raj Nandini [nombre del edificio], 1st floor, flat nº 1, 21st Rd., Bandra West, Mumbai 400 050.



Muchos bloques de pisos en Mumbai no tienen planta baja sino que esta es un espacio abierto donde aparcan los coches y viven los watchmen (vigilantes) día y noche. En la foto la "casa" de nuestro watchman.



Cuando nos mudamos decidimos que una de las dos habitaciones sería el comedor, así que levantamos la cama maciza y la pusimos junto a la pared con la ayuda del watchman y una generosa propina. Actualmente el cabecero metálico sirve para colgar las camisas.



Nuestra cocina, tan vacía el primer día.



Conseguir una lavadora que funcionase fue toda una odisea. Tuvimos tres de diferentes, y cada una sufría un mal u otro. En la foto, la epiléptica.



Nos costó decidirnos pero al final compramos un bonito conjunto de mesa y cuatro sillas. Podéis apreciar mi cara de felicidad por no tener que comer más en el suelo.



Nuestra cocina, actualmente.



La habitación. Aunque parece acogedora, el colchón es duro como una piedra. Uno nuevo va a ser nuestra próxima adquisición.



El lavabo. A mano derecha, el surtidor de la ducha. A mano izquierda, el de lavarse el culo. Una de las ventajas de ducharse sin plato de ducha es que el váter siempre está impecable.



Nuestro salon, esta mañana.

dissabte, 17 de març del 2012

Organizando St. Patrick...

(por teléfono, imitando el acento inglés de los indios para que nos entiendan):

"- Hello, is that the Dublin pub? All right, we have only one question: do you sell Guinness beer?
- No, we don't.
- You don't? All right, have you got any Irish beer?
- No, we don't.
- Are you telling me you have NO Irish beer in the Dublin pub?
- You're right, sir.
- Oooookey, thank you very much, Happy St. Patrick's day..."

(repetir esta conversación telefónica con el resto de "pubs" de Mumbai, el Irish House y el Irish Pub)

divendres, 16 de març del 2012

Els làctics

A Mumbai, igual que a París una de cada dues botigues és un forn i a Barcelona, una perruqueria, aquí és ple de lleteries. Són botiguetes regentades, pel que hem vist, per musulmans, petites i netes, plenes de recipients metàl·lics ben fresquets i una bàscula on ho pesen tot. Com a totes les botigues aquí, no hi ha un venedor sinó tres o quatre: el que serveix, el que diu quan val, el que cobra i el que xerra amb el que cobra. Al darrere d'aquests últims hi ha la llista de preus:

"lassi - 20
curd - 70 (kg)
paneer - 250 (kg)
..."

I us preguntareu, què és tot això? Doncs bé, als indis els agraden molt els làctics: són una gran font d'aliment en una cultura quasi vegetariana, serveixen no només de base per a salses i begudes de tota mena sinó també com a ingredient principal dels plats, i a més són la millor manera de fer passar el picant quan beure aigua és poc menys que inútil. Deixeu-me que us presenti uns quants derivats làctics que ja hem conegut i utilitzem habitualment a casa:

Lassi: és una beguda refrescant a base de iogurt i sucre. Te'l serveixen en un got amb una miqueta de curd al damunt. Als restaurants també els tenen de mango, etc. però res a veure amb els de la lleteria! És la millor beguda per acompanyar un àpat indi.

Curd: és iogurt, també anomenat "dahi". He llegit que són termes equivalents ("dahi" és en hindi) tot i que fins ara la meva impressió és que el dahi es el iogurt i que el curd és com més greixós i amb una textura més disgregada. En tot cas el iogurt és la base del lassi i també de la raita, aquella salsa/crema banquinosa que posen per picar als restaurants.

Paneer: és formatge fresc fet amb curd. Nosaltres ens l'hem trobat en forma de tall als restaurants, que vam confondre per tofu. Tenim pendent fregir-lo a veure què passa!

I la llet? Doncs primer vam demanar-ne un litre via delivery (sí, aquí TOT es pot demanar que t'ho portin a casa) i l'endemà un paio va aparèixer a les 6 del matí. Vam haver de llevar-nos i pagar-li les 40 rs. La llet estava deliciosa, ben fresca, però va resultar que era de búfala, que és una llet molt més perfumada i greixosa. Llavors vam cancel·lar el delivery tot i la cara d'ofès del venedor, i des de llavors que a través d'un contacte que va trucar per nosaltres cada dia a les 6 ens deixen a l'entrada un paquetet de mig litre de llet fresca de vaca. És una llet que reparteix el govern. Per pagar-la, doncs no ho tenim molt clar. Un dia al vespre va trucar un home que no parlava anglès (només "milk") i com que no teníem canvi es va quedar 200 rs (li devíem unes 70 o així). Ens va fer entendre que així ja teníem la llet de la pròxima setmana pagada. A veure què passa quan torni!

Finalment us presentaré el ghee. És oli/mantega en format ni líquid ni sòlid, i té gust a parmesà. Com que és baratet (l'oli d'oliva és intocable!) hem estat fent proves a la cuina i sembla que es pot fer servir. A la botiga ens van dir que ells l'usaven per aromatitzar els plats d'arròs un cop fets. També es pot posar als naans (pans) com si fos mantega.

Cada vegada que anem a la lleteria penso: tants productes que trobarem a faltar!

Regatejar

És curiós que sempre acaba sortint el tema de regatejar en totes les converses tipo "ohqueguaiviusaMumbaiquetalhoportes" que tinc últimament, ja sigui prenent un te amb la Sukeshi, amb l'amable i xerraire Ashok de la botiga de vins o via comentaris del bloc amb amigues que viuen a mils de quilòmetres de distància.

Doncs ve, ho porto fatal. Tan el Jose com jo som gent tranquil·la que no volem complicacions, i moltes vegades per evitar haver de trencar-nos la closca fent conversions monetàries o intentant desxifrar l'expressió del venedor ("creus que encara li podem rebaixar més?") paguem el que ens diuen i llestos. La novatada la vam pagar amb una tauleta tipo de càmping per la cuina, que ens va costar 50 euros. Potser per això vam regatejar amb totes les nostres forces la compra de la taula del menjador, massissa, amb superfície de vidre i quatre cadires tapissades. La vam rebaixar de 7000 a 6000 rs (108 a 93€) després d'intentar baixar-la a 5000 i obtenir un no rotund. Vam fer bé? Haguéssim pogut baixar-la potser a 5500 tot que el venedor deia que no més barata de 6000? Ahir ens deien que tenim el problema afegit de que es veu clarament que som occidentals, que suposo que a la seva ment deu ser equivalent a ser rics del cagar. El truc que ens ha comentat molta gent de demanar un preu, fer com que no hi estàs interessat i marxar tot esperant que et cridin de nou encara no ens ha funcionat: mai ens tornen a cridar. O potser és que sempre intentem practicar això de regatejar precisament amb els articles irregatejables. L'altre dia, per exemple, vam anar de parada en parada preguntant el preu d'un quilo de raïm. Tots ens deien 100, i per molt que els diguéssim 50, 70... no hi havia manera. Al final vam comprar el raïm a 100 a un paio que ens venia a 120. Victòria!

Potser per això ens fa tan de respecte anar a comprar peix al mercat. Les peixateres són les expertes mundials en regatejar! I ja no només per por a que ens timin, sinó per por que ens timin el preu i el peix a sobre estigui en mal estat. El millor que podem fer és aplicar al peix la tècnica que ja apliquem als vegetals: anar sempre a la mateixa parada. Així et comencen a conèixer, i si et posen alguna cosa en mal estat, els hi pots recriminar i amenaçar-los de que aniràs al del costat. De moment i sense regatejar crec que estic comprant les verdures al preu que toca més o menys (o potser em timen des del primer dia i jo tan feliç...). Però bé tampoc em queixaré si el quilo de cebes avui va a 16 rs i la setmana passada a 14 si el botiguer es més o menys amable (n'hi ha que semblen espantats quan t'hi dirigeixes i el problema és llavors teu per entendre'ls perquè tenen la refotuda mania de parlar-l'hi a la corbata. La prova definitiva sobre com reacciono serà la setmana que ve si em diu que va a 18...

Finalment m'agradaria compartir l'últim descobriment en tècniques, es titula "regatejar sense dir res". I és que amb el Jose vam comprovar la vigília de Holi com inflen els preus els venedors de roba del mercadillo, i com de fàcil és que els baixin. Preneu nota doncs: l'enèssima vegada que us assaltin oferint-vos un "preciós vestit", pregunteu amb mandra quan val. "250, ma'am". Mireu-vos aixecant la cella i calculant en castellà el preu en euros. També ho podeu fer mirant embobats el venedor sense dir res (esteu fent càlculs, coi!). El venedor començarà a parlar com una bala repetint el preu, i si esteu atents veureu com al cap de 10 segons de xerrameca...:

"250, ma'am, only 250, nice dress, finely embroided, only 250, ma'am, 250, 250, 200, only 200 ma'am...".

Em pregunto on hagués arribat si l'hagués deixat parlar més estona.

dissabte, 10 de març del 2012

Happy Holi!

El passat 8 de març vam celebrar Holi, la festa dels colors. Es una diada molt estimada a tot el subcontinent i també als països veïns amb influència hindú, perquè és sinònim d'alegria, inclús de xauxa, de deixar enrere les disputes i donar junts la benvinguda a la primavera. Té també un origen religiós relacionat amb la mitologia vishnuita i la victòria sobre el mal, representat en aquest cas com un ressorgiment d'entre les flames. El vespre abans la gent encén grans fogueres fins i tot al mig de la ciutat, tal com el Jose i jo vam poder comprovar quan vam sortir a fer una volta pel veïnat després de sopar. La principal celebració, però, és el dia següent...

A les 10 del matí ja estàvem llestos per reunir-nos amb la resta de companys de feina al passeig marítim. El pla del dia era difús: l'únic que teníem clar era que volíem acabar ben acolorits. De camí al punt de trobada, pujant Pali Hill, vam comprar pols de colors a un dels molts venedors ambulants. Anàvem impecablement vestits amb roba barata especialment comprada per a l'ocasió, el Jose de blanc de cap a peus, una autèntica temptació per als grups de xiquets pringats fins a les celles que ens creuàvem pel camí.

Miraculosament vam arribar immaculats a la cita, però no va durar gaire. Els companys espanyols de seguida ens van cobrir de colors i disparar amb pistoles d'aigua. Perquè sí, aquesta és la principal manera de celebrar Holi: tirar-se aigua i colors els uns als altres. Entre altres coses, Holi implica una relaxació de les normes socials, és un dia on es pot fer una mica el que es vol. Per exemple, és un dia on es permet veure alcohol, i en el que també és típica una beguda a base de llet i marihuana anomenada bhang. Però ja en parlarem després...

Tornant al nostre grup, era Holi i teníem ganes de festa. Vam entrar a un recinte que semblava una propietat privada buscant l'origen d'una música que sonava de fons, i tot i que en aquesta festa no ens hi van admetre, un nombrós grup de dones que ballava i xisclava a ritme de radiocasset en un racó de la vorera ens van fer senyals amb la mà perquè ens hi uníssim. Els nois, tan tímids ells, es van quedar enrere, però la Leyre, l'Iratxe i jo vam dansar sense complexos les cançons tradicionals del Holi que posaven per la ràdio. Van ser molt amables! Totes se'ns van acostar i mullant-se els dits de pasta de colors ens els passaven pel coll i la cara mentre ens desitjaven "Happy Holi". Després va venir la de la manguera i ens va deixar a totes ben xopes.

De tornada al barri, després d'uns quants encontres amb quitxalla local armada amb globus d'aigua, vam parar a la pastisseria Punjab Sweet House per aprovisionar-nos amb uns quants aperitius i dolços. Aquest va ser el nostre dinar: una samosa, una espècie de samosa groga força picant, una empanadilla dolça típica del Holi i una boleta taronja dolça deliciosa. Seh, haig de millorar amb els noms de les coses...

Després va ser el torn d'unes cervesetes al bar de la zona, i també ens vam atrevir amb el bhang, però no era tan potent com ens havia promès un noi que el va provar a la selvàtica regió de Goa. No ens va fer res! Però ens va alegrar el camí de tornada a casa. I just quan semblava que la festa arribava a la seva fi, una tamborinada ens va fer treure el nas en els baixos d'una propietat privada de davant de casa nostra. Altra vegada els organitzadors ens van fer gestos perquè ens hi uníssim sense dubtar. I això vam fer! Es tractava d'una festa d'aniversari que feien coincidir amb la diada de Holi. Tenien piscines inflables, escenari amb equip de música discotequero, un grup de percussió on anaven vestits de taronja i tocaven instruments tradicionals, barra lliure... i una instal·lació d'aspersors que regava els assistents de tant en tant. Imagineu-vos-ho: un munt d'indis ja força cuits amb la litrona a la mà ballant sota la pluja al so dels tambors. Brutal! No m'estranya que després el Jose i a mi ens fessin mal les cames...

Eren quarts de cinc quan vam tornar al pis exhausts però feliços. Tocava dutxa per intentar treure'ns tota la pasta de colors del damunt, però per molt que freguessis la ronya no marxava. Avui encara tinc totes les ungles i parts del cos tenyides de blau i rosa! De totes maneres la intenció no era quedar impol·luts sinó decents per poder presentar-nos al restaurant Only Parathas per degustar, evidentment, unes parathas. Un final de festa ben merescut!

dimarts, 6 de març del 2012

Receptes, receptes

He començat a recopilar i provar receptes indies! Les trec dels llocs i gent més diversos, des de la meva professora d'hindi fins a una senyora que em vaig trobar a la botiga de queviures molt preocupada perquè aprengués a cuinar chana masala correctament. Fins i tot em va donar el seu número de telèfon per si tenia algun dubte. Avui ho provaré i comprovaré si és veritat allò que diuen que el menjar hindi fet a casa és més bo i s'assenta millor a l'estómac. De moment us passo l'enllaç al bloc de cuina on anireu trobant les receptes:

http://cuinatelssolters.blogspot.com

diumenge, 4 de març del 2012

De compras

Comprar en Bandra es toda una experiencia sobre todo para quien no está acostumbrado a regatear. Como se nos nota que no somos indios, siempre corremos el riego de que nos cobren muchísimo más del precio de mercado, pero esto también les pasa a los locales. El problema es que nosotros no tenemos ni idea de qué nos deberían cobrar por algo, y luego hay veces en las que nos da mucha pereza ponernos a discutir o simplemente se nos olvida. El resultado es siempre el mismo: nos la acaban metiendo doblada.

Por eso el otro día me alegré de que Shraddha me acompañase a comprar. Tenía muchas dudas especialmente con las frutas y verduras, porque no las venden en tiendas sino en puestecitos callejeros cuyos dueños no hablan ni pizca de inglés y donde los rótulos con precios brillan por su ausencia. Shraddha me llevó hasta el extremo de su calle, en 13th Rd, y allí se acercó a un puesto de verduras (los puestos se dividen en: de verduras, de frutas, de ajos y de cebollas y patatas). Le dije lo que quería, y se puso a discutir con el tendero, luchando por cada precio de cada verdura. Evidentemente yo no comprendía nada de lo que decían, pero me pareció entender que le estaba diciendo al tendero que no me timase, que yo venía con ella y tenía derecho a los precios de siempre. ¡Eso eso, que aquí no somos turistas! A veces Shraddha me puntualizaba cosas en inglés como "el zucchini y el cucumber serán algo más caros porque no son verduras autóctonas". En total: 92 rupias por un par de pimientos, 2 pepinos, 2 lechugas, medio kilo de tomates, cuatro mini berenjenas y un calabacín. Eso son... ¡1,38 €!

Luego le pregunté por la carne, pero como en su familia son vegetarianos no tenía mucha idea. Aun así, me acabó señalando una pollería, aunque no quiso acompañarme dentro. Yo me acerqué a la barra, y el señor me preguntó que qué parte quería: muslos, patas... No lo tenía muy claro, así que le pedí medio pollo y me dijo que así no los vendían, pero que me podía dar uno entero por 110 rs el kilo. ¡Pues venga! Y la sorpresa fue mía cuando el señor se dirigió a unas jaulas y de ellas sacó el pollo, vivo. ¡Pensaba que me lo iba a dar así tal cual! Pero no, el señor tuvo la amabilidad de matarlo, desplumarlo y despedazarlo ahí delante mío.

Podéis entender entonces el mal rollo que me daba entrar en la carnicería que descubrimos el sábado, musulmana por supuesto, donde venden exclusivamente carne de cordero. Estaba vacía de clientes (era muy tarde) pero había un montón de hombres con el birrete que nos hicieron señas para que entrásemos. Primero no sabía a quién dirigirme (en las tiendas indias hay el que cobra, el que le dice lo que hay que cobrar, el que atiende, el que sirve...) pero luego vi al fondo un señor viejísimo con una larga barba blanca teñida de naranja sentado en cuclillas encima de una tarima y con un par de enormes balanzas al lado. A él le indiqué los gramos y me puse la mano en la parte del cuerpo de la que quería la carne, y tranquilamente cogió y pesó unas cuantas porciones de entre los pedazos de carne que tenía distribuidos alrededor. La verdad es que la imagen del viejo rodeado de costillares impactaba, pero la carne estaba buena y no hay mucho más donde elegir, así que esa va a convertirse en mi carnicería halal habitual.

Hasta aquí todo parece muy complicado (no, no hay supermercados) pero luego sí hay tiendas tipo colmado donde puedes comprar galletas, salsas, pasta, encurtidos, frutos secos y también productos de limpieza, etc. Estas tiendas también acostumbran a tener sacos con lentejas y arroz de un montón de tipos que se compra a granel. Hemos comprobado que excepto para algunos productos como el papel de váter, las tiendas de barrio salen a cuenta e incluso venden los productos un poco por debajo del MRP (Maximum Retail Price) que viene indicado en el paquete. Luego, claro, hay productos caros, como el aceite de oliva a 6€ el litro, o productos inexistentes como el chocolate o los embutidos.

¿Y los huevos? Para comprar huevos, tenéis que estar atentos a los pequeños quioscos que pueblan las calles, los venden junto con las revistas y los caramelos y te los ponen en un cucurucho de papel.

Fiestas religiosas

Tal y como les ocurriese a Sean Connery y a Michael Caine en la adaptación cinematográfica de la novela de Rudyard Kiplin El hombre que pudo reinar, un grupo de indios nos acogieron a Anna y a mí en una de sus celebraciones religiosas, pero no se limitaron a dejarnos pasar y poder observar desde una esquina lo que ocurría, sino que literalmente nos metimos hasta la cocina.

Todo comenzó una tarde de sábado cualquiera, pongamos el día 3 de marzo, en la que Anna y yo paseábamos hasta los límites de nuestro barrio buscando un templo llamado Smi Ram que se encuentra a la orilla del mar. Nos dirigimos hacia el norte haciendo zigzags norte-oeste hasta que en un cruce de caminos vimos unos luminosos, y cual polillas atraídas a la luz, allí nos dirigimos. Nuestro primer pensamiento fue que se trataba de una verbena de barrio, luces de colores, música y un hombre que decía cosas en hindi por un micrófono. Estábamos en la parte trasera y no nos decidimos a entrar, por lo que seguimos rodeando la manzana. De repente nos vimos dentro de lo que parecía la calle principal de un slum cualquiera, todo repleto de tiendecitas pequeñas de un metro cuadrado (zapateros, reparación de bicicletas, venta de comida, etc.), motos aparcadas en un lado, lo que parecía una pelea entre dos indios con una multitud mirando, una marea humana que fluía por ambos lados de la calle, un carril de coches de subida, y un carril de bajada por el que intentaba pasar un autobús. Y digo intentar porque la calle no era especialmente ancha y no cabía con tantos obstáculos. Un señor precedía al autobús y se dedicaba a colocar la hilera de motos en línea para facilitar la tarea.
Seguimos subiendo la calle, muy bien iluminada, hasta que llegamos a la puerta principal de lo que parecía una concentración política de algún partido hippie, un espacio abierto con las paredes forradas de telas naranjas y rojas, muchísima gente y carteles pintados a mano. Vimos el cartel principal pero el hecho de que estuviese en hindi no fue de gran ayuda. Vacilamos un momento, veíamos cómo entraba y salía gente y no sabíamos bien qué hacer. Nos debatíamos entre colarnos hasta esperar que nos echaran o simplemente seguir caminado. Pero por fruto del azar y la intervención divina un señor bigotudo que no hablaba nada de inglés nos vio interesados y se acercó a nosotros. Nos soltó una parrafada en hindi, nos señaló el cartel que tan claramente explicaba lo que pasaba dentro y nosotros nos quedamos igual. Probamos con el sistema de hacer frases de no más de cuatro palabras en inglés sin seguir normas gramaticales que cualquiera pudiese descifrar: “Religious festival? We come in?”. (¿Fiesta religiosa? ¿Nosotros entrar?) Y como a un iluminado se le cambió la cara, nos agarró de la mano y nos dijo que le siguiésemos.

Una vez dentro se podían ver sillas colocadas alrededor de los muros para no estorbar, a la izquierda un altar donde se intuía una figura religiosa, un escenario donde se encontraba el maestro de ceremonias con su micrófono y al fondo unas mesas con varias ollas grandes y bandejas de plástico apiladas. Ya estábamos dentro, todo un logro teniendo en cuenta que sin duda éramos los únicos extranjeros del lugar. Para no ofender a nadie, no sacamos la cámara de fotos y nos dedicamos a pasear por el recinto intentando descifrar lo que pasaba hasta que nos asaltó un grupo de tres indios entre los que se encontraba el primero que nos dio paso al recinto. Coincidió con el momento en el que iban a repartir la comida, por lo que se creó una cola enorme delante de las mesas con las ollas. Estos señores nos entregaron unas bandejas de plástico y nos indicaban que pasásemos a por la comida. Lo creímos correcto, era la hora de cenar y por un momento nos sentimos integrados. Mediante señas le indicamos a nuestro guía que haríamos la cola, pero puso cara de ofendido y nos colocó los primeros. Y a diferencia de lo que cabría esperar, todo el mundo estaba encantado, sonreía y nos hacía gestos de aprobación. Nada, ya que habíamos llegado hasta aquí, nos dejamos llevar. Fuimos pasando con nuestras bandejas, nos ofrecieron arroz blanco (plain rice), una salsa riquísima encima del que no pude entender su nombre pero que estaba hecha de lentejas amarillas (yellow dal), un plato de garbanzos con espinacas muy picante (Chana Masala), un dulce naranja, un pan crujiente hecho de harina de lentejas (Papari) y otra especie de pan frito que utilizamos a modo de cuchara, ya que como os podéis imaginar allí no había ni un cubierto.

Nos dieron paso hasta la cocina, nos sentaron en unas sillas allí y el grupo de cocineros y un señor mayor que parecía uno de los organizadores nos miraban sin descanso mientras continuaban con sus labores. Incluso el fotógrafo oficial del evento nos hizo un par de fotos comiendo. Empezamos a degustar la comida, que si soy sincero estaba mejor que las que he probado en los distintos restaurantes que he visitado hasta ahora, y se notaba que había mucho amor en ella. Además, ver cómo los cocineros observan cómo comes con las manos y cómo disfrutas no tiene igual.

Nos colmaban de atenciones, cada dos minutos se nos acercaba alguien para ver si queríamos más, comprobaban si nos gustaba y si queríamos agua. Cuando ya habíamos más o menos terminado, nos preguntaron si nos gustaba el dulce y tras una afirmación apareció otro hombre más con una especie de lazo de masa frito de color amarillento bañado en miel. Riquísimo.

Sopesamos la situación, cómo nos estaban tratando, y una vez perdido el miedo a que nosotros fuéramos el postre de todos los congregados, sacamos la cámara de fotos y nos acercamos a hablar con los cocineros y demás espectadores. Intentamos que nos dijesen qué se celebraba, pero de su falta de conocimiento del inglés solo pudimos deducir que se trataba del fin de una peregrinación, que habían traído de vuelta a su deidad y lo estaban adorando. Todos os cocineros fueron muy amables e incluso posaron cucharón en mano para la foto.



Volvimos al patio principal donde seguía la cola de comensales recogiendo su ración y nos fijamos en la otra fila de personas que se subían al estrado donde se entregaban las ofrendas y se ofrecía una plegaria. Una estructura metálica con unas escaleras de subida y otras de bajada y una alfombra roja delante por donde los peregrinos se acercaban descalzos.


Nuestro siguiente encuentro fue un grupo de niños pidiendo que le hiciéramos una foto. Hicimos una primera foto, una segunda foto, otro grupo de niños de otra esquina pidiendo una tercera, luego dos amigos que querían otra foto pero ellos solos… y así podrían haber seguido hasta el infinito si un adulto no nos hubiera rescatado. Nos preguntó cómo nos llamábamos, que de dónde éramos y si nos estaba gustando. Hicimos alguna foto más y una vez más fuimos interrumpidos y conducidos hasta el escenario donde se encontraba el maestro de ceremonias y su micrófono. Nos indicaron que nos quitásemos los zapatos y nos subieron donde se encontraba el presentador.


A Anna la dejaron un poco de lado y a mí me preguntaron que de dónde veníamos. Entonces escucho que el orador dice por el micrófono una palabra en hindi que me recordó bastante a Spanish (españoles). Todas las miradas del público se dirigieron hacia mí y vi a cámara lenta cómo un micrófono se me acercaba y el presentador decía “Speak” (habla). Un cruce de sentimientos me embargó, vergüenza, respeto, miedo a ofender a alguien, orgullo, tranquilidad. Pero desempolvé mis habilidades de improvisación y embajador cultural y cual jefe de estado sentencié: “Good evening everyone. We are Anna and Jose from Spain. We are glad to be here sharing your food and your belief. We feel really welcomed. Thank you very much”. (Buenas noches a todos. Somos Anna y José de España. Estamos encantados de compartir vuestra comida y vuestra fe. Nos sentimos sinceramente bienvenidos. Muchas gracias.) Y tras una ovación general, devolví del micrófono al presentador. Seguidamente me colocaron un pañuelo naranja alrededor del cuello y me regalaron un coco y un ramillete de flores. Se ve que a las mujeres las dejan un poco de lado porque a ella solo le regalaron una flor.

Ya por fin con nuestro coco en la mano, hicimos una donación al santo por la que me dieron un recibo para desgravarlo en la declaración de la renta del año que viene y nos marchamos caminando por donde mismo vinimos sin poder dejar de reír cada cien metros hasta llegar a casa. Confieso que no llegamos a ver el templo de Smi Ram, pero mereció la pena.

dijous, 1 de març del 2012

Reglas de supervivencia

La vida del habitante en Mumbai y en especial la del europeo (preocupado por todo el tema higiénico) puede llegar a ser extrañamente metódica:

- A las 6 h el lechero pasa a repartir la leche fresca del día.

- A las 7:30 h se debe hervir la leche para que Jose pueda tomarse un te antes de irse.

- A las 10 h aprox. recogen la basura, que debe estar colocada enfrente de la puerta.

- Cada vez que se ensucia un cacharro de la cocina, aunque solo sea la taza del desayuno, se debe lavar inmediatamente para que no aparezcan las hormigas.

- Cada vez que se va a consumir una fruta o verdura que no va a ser pelada se tiene que lavar con agua filtrada.

- Cada vez que se quiere usar el gas se tiene que encender y apagar la bombona. Lo mismo con el agua caliente de la ducha.

- Cuando se llega de la calle uno debe o descalzarse o ponerse las zapatillas para no entrar mierda en casa.

- Al atardecer uno debe acordarse de cerrar las ventanas si no quiere que la casa se le llene de mosquitos.

- Si va a salir uno debe acordarse de ponerse el repelente si no quiere quedarse sin sangre.

- Antes de ir a dormir uno debe acordarse de activar el líquido anti-mosquitos si no quiere pasar la noche del loro.