dilluns, 9 d’abril del 2012

El arte de timar al turista

Los indios son grandes expertos en lo que al timo se refiere. O quizá debería decir “grandes expertos en conseguir que pagues lo que crees que vale ese artículo”. Supongo que en su origen consideraban que un artículo valía lo que el comprador estuviese dispuesto a pagar o lo que el vendedor estuviese dispuesto a recibir. De ahí lo de regatear, porque esos dos precios raramente coinciden. Pero hoy en día con el auge del turismo y la creencia de que la gente en occidente es inmensamente rica, la sensación que uno acaba teniendo es que le timan por todas partes. Saben que no sabes cómo regatear, saben que no sabes lo que valen las cosas. Te ven indefenso, huelen la indecisión. Y se aprovechan. Veamos unos cuantos ejemplos:

Cuevas de Ajanta, 9 de la mañana

Somos los primeros turistas en aparecer en el recinto. Justo antes de la parada del bus que lleva a las cuevas, hay un pequeño mercado turístico. Y justo antes de este, los vendedores te esperan como buitres. Pero no para abalanzarse con las baratijas colgando, eso es poco elegante. El sistema de estos consiste en preguntarte de dónde eres, sonreír y decir “oh, beautiful city”, preguntarte el nombre y finalmente invitarte a su tienda. Parece muy obvio contado desde aquí, pero cuando estas allí, que no sabes muy bien hacia dónde ir y todos parecen tan amables, la cosa cuela. A nosotros hasta nos invitaron a un chai y nos hicieron sentar, cosa que, por lo que he leído, no es tan rara. Luego empiezan a mostrarte collares, tallas de piedra, gemas, lo que sea, siempre recalcando que no tienes por qué comprar nada si ven que pones mala cara. Se agarrarán a cualquier mínimo comentario que puedas soltar por gentileza, tipo “it’s nice”, y te lo recordaran cada vez que intentes huir, te pondrán ese collar o esa talla en la mano, y te dirán cosas tipo “sé que gusta, te lo dejo por X, y por X si además compras X” mientras repiten tu nombre sin parar para atraer tu atención (esa me pareció una técnica muy terrible pero efectiva). Incluso se pelearán entre ellos para venderte la misma cosa, lo que genera al estresado turista el sentimiento de “ahora al menos se lo tengo que comprar a uno de los dos”. Pueden llegar a ser tan insistentes e imitar tantas poses (desde cabrearse a poner cara de cordero degollado) que acabas comprando no sabes muy bien si por pena, miedo, ganas de huir o falta de voluntad (te la chupan como vampiros, los cabrones). Supongo que a estas alturas no os sorprenderá que les comprásemos algo. También cayeron un par de americanos que nos encontramos luego en Aurangabad y que nos dijeron que habían comprobado que nos cobraron las baratijas diez veces más que su precio estándar.

Los rickshaws y taxis

Subirte en un rickshaw es siempre emocionante porque no sabes si el que has pillado será honesto con el precio, sabrá dónde va, te devolverá cambio o tendrá suficiente gasolina. En otro post ya os hablaré específicamente de este método de transporte, pero ahora me gustaría decir que dependiendo de la ciudad, el lugar donde lo cojas, etc. los ricksheros usan una técnica u otra para sacarte hasta el último céntimo. Una técnica habitual es no poner el meter, decir que está roto y hasta enseñarte el cable pelado que lo demuestra. Entonces es cuando te ofrecen un precio desorbitado sobretodo si saben que no tienes otro método de transporte (caso de los hoteles de las cercanías de Nashik). O puede que no tan caro, pero que a mitad de camino el rickshero pare y pregunte a un colega dónde está el sitio y que entonces entre los dos te expliquen que está más lejos de lo que creían y que le tienes que dar 80 rs más. También nos hemos encontrado taxistas que haciendo caso omiso de nuestras quejas nos han dado la vuelta padre. Lo jodido es que con esta gente es muy difícil conseguir que lo acepten y nos devuelvan parte del dinero (sobre todo cuando les das más porque no llevas suelto). Y si bien esta técnica se encuentra en todos los países, que no te devuelvan el cambio ya es más sorprendente. Normalmente se lo pasas porque son solo unas monedas (céntimos de euro) y no tienes ganas de discutir, pero si lo piensas en conjunto… ¡se sacan unas pelillas de más por la cara!

Comprar en sitios turísticos

Leí en la guía que en Aurangabad hay un taller donde bordan a mano saris típicos de la zona. Pero no supe leer entre líneas que eso es una atracción para turistas. Que si está en la guía es por algo. El sitio tiene un aspecto entre museo y tienda, en la parte de delante tiene los telares donde trabaja la gente y detrás hay la tienda donde te enseñan los saris. Es el negocio perfecto, porque se aprovechan de que la artesanía esté tan bien valorada por los turistas para hinchar los precios tanto como quieren. Luego hasta te hacen una rebaja y todo y piensas, “qué majos son”. Pues bien, compré un sari de seda (¡sísí, un sari!) muy chulo la verdad, pensando en llevarlo en una boda a la que vamos a asistir, y me cobraron unas 10.000 rs (unos 150 euros). Sabía que los hechos a mano cuestan desde 3.000 rs hasta 20.000, 30.000, etc. y viendo que los que me enseñaron por 5.000 rs aprox. eran de peor calidad, me pareció un precio aceptable. Pues bien, hablándolo esta mañana con mi profe de hindi, me dijo que eso en Mumbai lo hubiese encontrado por la mitad de precio. O menos. Y no porque sea Mumbai, si no porque no valen tanto los de esa calidad. Que me timaron de nuevo, vamos.